04 May El impacto del TTLC sobre el sistema agroindustrial porcino mexicano.
La participación de México en el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá (TLC) forma parte de la política de apertura comercial mexicana, iniciada en 1986 con la adhesión de nuestro país al Acuerdo General de Tarifas y Comercio (GATT), cambiando bruscamente su tradición proteccionista. En este tratado se conjuntaron intereses de los tres gobiernos para formar la región de libre comercio de Norteamérica, en correspondencia a la tendencia mundial de formación de bloques comerciales. El análisis de las consecuencias que tiene para México la firma de dicho tratado, a casi tres años de iniciado, requiere de una revisión del comportamiento de los intercambios comerciales originados, y de la evolución y cambios estructurales realizados en los diversos segmentos del Sistema Agroindustrial Porcino (SAIP), partiendo de la producción primaria y concluyendo con el consumo. La inclusión de la porcicultura en el TLC se dio bajo un margen de múltiples protestas. Académicos, investigadores, líderes de los porcicultores y los porcicultores mismos coincidían; los más reservados, en manifestar sus dudas y los más decididos, su oposición a la inclusión de la porcicultura en el Tratado. Dicha oposición se fundamentaba en la falta de competitividad del SAIP mexicano, atribuible a costos de producción promedio en México superiores (entre 40 y 56%) a Estados Unidos; productividad promedio, medida por la tasa de extracción, 64% más baja; diferencias desfavorables en cuanto al nivel de subsidios directos e indirectos otorgados en ambos países; altos costos financieros por necesidad de almacenamiento de granos por largos períodos; tasas de interés altas; existencia de barreras no arancelarias; producción no competitiva en granos y pastas oleaginosas; deficiente infraestructura de comercialización y; estructuras de consumo diferentes que distorsionan los precios internos. Sin embargo, y a pesar de dichas protestas, la porcicultura fue incluida en las negociaciones del TLC. Actualmente, a dos años y medio de vigencia del Tratado es necesario detenerse a reflexionar si éste ha cumplido efectivamente con los objetivos para los cuales fue diseñado o constituye un factor de atraso y estancamiento del sistema agroindustrial porcino mexicano.
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