02 May Todo en México es Chiapas o de cómo y por qué una insurrección campesina puso en crisis al estado nacional.
Hasta el 31 de diciembre de 1993 los cuestionamientos al proyecto del equipo gobernante habían sido descalificados desde una perspectiva ideológica. Todas las críticas eran de los nostálgicos estadistas, de los dogmáticos, o los que no entendían ta vocación de cambio y de rectificación a sesenta años de una orientación equivocada. La exaltación del libre mercado, y la celebración del “triunfo del mundo libre” sobre el fantasma del comunismo también venía a celebrar aquí, en México, la derrota del intervencionismo del sector público en la economía, sobre las políticas de subsidios al consumo y los servicios, de una educación popular cada vez más ineficiente y sobre un campo que siempre pedía más y que podía tragarse todos los excedentes de México. Esta perspectiva que se empeñó en cambiar, y en integrar a nuestro país a la corriente hegemónica del mundo occidental, había ya vendido las empresas públicas, suprimido el paternalismo hacia el campo, instrumentado programas de comercialización agroempresarial y de apertura mercantil; había también inducido un cambio a la orientación de la economía, y, como parte de ello, había hecho gravitar los costos del ajuste sobre los hombros de los asalariados y los trabajadores del campo. Reconocía los males que conllevó el proceso, si bien los veía como algo menor y apostaba a ir superándolos conforme la recuperación económica trajera inversiones y se multiplicara un nuevo género de empresa, ahora competitiva y moderna. En el otro lado de la sociedad, se hacía la crónica sobre el enriquecimiento de unas cuantas familias que en tan sólo doce o quince años habían conseguido concentrar el 38 por ciento del ingreso nacional. La inconformidad que provocaba esto había generado, entre otras cosas, el voto en contra del Partido Revolucionario Institucional en 1988, y venía librando una resistencia obstinada, pero de pequeñas batallas y escaramuzas, en cada uno de los estados de la República donde se realizaban elecciones. Este México veía cómo a sus banderas históricas se les cambiaba de contenido sin que pareciera posible alterar el curso dominante.
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